Un código no es solo una huella, puntos, números o barras, va mucho más allá. Con la clave correcta, un código ofrece información y datos fácilmente procesables.
Los códigos son una parte esencial de nuestra vida diaria ya que los vemos en cada producto que adquirimos y confiamos plenamente en la información que imparte cada uno.
Un código porta toda la información esencial sobre fabricación y consumo, y puede convertir fácilmente a un producto en inservible por una simple falla.
La codificación incorrecta o ilegible se traduce en incumplimiento de las normas y, por lo tanto, en un desperdicio o en un peligro para el consumidor.
Desde hace años, los códigos nítidos con la información correcta sobre el producto correcto son sinónimo de seguridad del consumidor durante todo el ciclo de vida del producto.
Además, habilita una trazabilidad completa desde el campo a la mesa y un seguimiento total de toda la cadena de suministro con la posibilidad de un rápido reconocimiento.
Una vez en el mercado, la codificación permite que los minoristas confirmen la autenticidad y los datos de fabricación para combatir las falsificaciones, imitaciones o desvíos erróneos en la cadena.
Con la solución tecnológica adecuada, un código también empodera a los consumidores al permitirles autenticar un producto de primera mano, verificando que sea original. A su vez, pueden conocer sus ingredientes y comunicarse directamente con el fabricante, algo genera más confianza y compromiso de los clientes con la marca.
Los códigos tienen presencia constante en nuestras vidas y la información que obtenemos de ellos es inmensa.
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